martes, 28 de junio de 2011

UN TE PARA REFUGIARSE

esta lloviendo... me dan ganas de salir y mojarme para poder limpiar todas las dudas que tengo.
Minerva se preparo un té, saco de un cajón una libreta y una pluma y se puso a escribir para liberar todo lo que tenía tantas ganas de contar.

Alguna vez leí que los hombres no se van nunca a la primera...

Di el primer sorbo de mi té amargo como mis pensamientos, cuando note que yo seguía esperando a Javier. Aún sigo esperando a que aquella frase tuviera tanta razón, como las sabias palabras de mi madre.

Estas cosas del amor son tan iguales a la taza que tengo frente a mi, si la bebo enseguida puede quemarme, y si espero un largo rato, ya no sabe igual,las cosas frías terminan por hartarte. por eso el té se bebe despacio, sola o acompañada pero disfrutandolo. Igualito que el amor.

Esta tarde me siento en paz conmigo, y a la vez tan alterada por la ausencia de aquel hombre que sin mas me ha dejado mil dudas, tres días y una sola sonrisa. Justo cuando creía que comenzaba a olvidarlo, algo pasaba que los pocos recuerdos que me quedaban salían a flote necios y cansados de naufragar pidiendo rescate.

Javier era un hombre necio, terco y orgulloso. Igualito o peor de los que ya conocía minerva, pero nunca le gusto la perfección, en cambio se inclinaba hacia las cosas difíciles y enredadas, creía que la vida debía ser como su cabello. - entre mas largo y mas se enrede mejor, ya iré aprendiendo a cepillarlo- decía

-Javier, ya se que no puedes oirme, aunque ni pretendo decírtelo, ya se que no estas, no podría ver el gesto que harías si te dijera esto. pero algún tengo el consuelo de que algún día lo sabrás.

siempre me gustó mi soledad, aunque había momentos en que llega a cansarme, siempre esta la noche mitad insomnio y mitad sueño para curarme de todo pensamiento y levantarme con el mismo entusiasmo como si ese día fuera a verte.-

Javier había tenido que partir a su ciudad natal, fue una tarde cuando le dijeron que su madre estaba muy enferma y no pudo mas que despedirse de los que le rodeaban en el momento, un día después de su partida se lo informo a Minerva, su despedida fue poco romántica, y hasta hoy después de 2 años de ausencia, Minerva no olvida las palabras de Javier 
-estaré bien te lo prometo solo es por un tiempo perdoname -
-te entiendo, no te reclamaría nada, lo sabes.
-lo se pero me gusta que me lo digas.

Estar sola no era malo para Minerva, siempre le quedaban su libro, una pluma una hoja en blanco, un buen te no tan caliente y la fe con la que se levantaba todas las mañanas.

no había mejor compañía que sus ideas, aunque fueran obstinadas y caprichosas, esas no la traicionaban nunca.

-Debo confesarme que no me gusta acostumbrarme a nada, ni a los sabores, ni a los olores y menos a las ausencias- decía cada que tenia la oportunidad.

-Javier, traigo tu ausencia atorada en la garganta, tus dudas pesandome en la espalda y tus palabras rodando en mi cabeza. Tengo los pies cansados de ir y venir por los lugares que recorrías y los labios partidos de las cosas que jamas te dije, de los besos mejor ni hablamos por que esos me quedan todavía de consuelo.

la gente comienza a verme como el vivo retrato de un vino abierto, perdiendo las mejores propiedades. yo sin embargo siento que voy siempre rumbo a mi mejor momento, vivo preparandome para el día que vuelvas, pero no se lo digas a nadie. es nuestro secreto.

Llevo todos tus consejos en una libreta en blanco y una pluma con tinta del color de tu partida para escribir en ella.
La frase.. ¨Algún día¨, la llevo tatuada en la mano derecha para que no se me olvide.
Tengo una colección de tazas para prepararme un té diferente todas las mañanas y una de películas para distraerme en la espera.

Me he pasado escribiendo mas de tres horas seguidas en un café diferente cada día para que la gente piense que me gusta recorrer el mundo.

Cuando viajo busco los destinos mas lejanos para encontrar un alma gemela y solo consigo darme cuenta que soy víctima de mi propia mercadotecnia.
He conseguido odiar el azúcar y me eh vuelto intolerante a la lactosa, deje de comer soya para encontrar en la carne la proteína que ya no tengo contigo. Fuera de eso soy la misma, tal vez tengo menos pestañas y cabello, pero alguna repercusión tenian que tener mis noches de desvelo.

Las tardes se han vuelto frías y las noches lluviosas.

Javier, ya para que te cuento mi vida si no haz cumplido la regla...

¨Los hombres nunca se van a la primera ¨. y yo... aún sigo esperando a que vuelvas


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